sábado, mayo 20, 2006

Un cuerpo sin órganos (escupiendo a Deleuze)

El olor de esos guantes de cuero nos evoca siglos de sacrificio animal. Profunda y densamente, como la humedad interna del cetáceo, así sentimos la vida. Nos embriaga el lustre opaco de la casquería; la tersa superficie del riñón, surcada de culebrillas azuladas; esponjosos pulmones, conductos del neuma animal; corazón segmentado en válvulas, elásticas paredes, encendidas, vacías, atiborradas, órgano sanguijuela de potente y duradero sabor. Se nos llena la boca de marrón desmigado, sazonémoslo con los humores del cuerpo: bilis negra para mis lamentos...
“El aumento de la cantidad de vida, es el aumento del consumo visceral”, reza el carnicero que tiene un trato más cercano con la matanza y sus grandezas. Asimilamos interiores, vaciamos lo de adentro para reintegrárnoslo a nivel celular. Luchar es asimilar, luchar es introducirnos naturaleza, luchar es retornar lo muerto a lo vivo. La vida es un vampiro, la vida es un gouhl, la vida come carne, come muerte. Comámonos, para volver a comer; la madre desea engullir al recién nacido para mantenerlo siempre en el útero, el amante se tragaría al amado para que siempre estuviera presente en él. Vivir y comer para la víscera, amarte por tus vísceras, tus tripas, tu sexo; tus ojos delatores.
Obscena, brillante, cruel, roja, verde, hedionda, porosa, fluida, compacta, desplegable, emergente y más naturaleza para mi cuerpo sin órganos. La forma construye un ojo; y la textura las yemas de tus dedos; el conjunto de los fenómenos mi conciencia. Máquinas de contraer el mundo con órganos modulables quieren que Halle Berry sea su propio ombligo, y se excitan turbulentas al notar bajo la piel esos músculos duros y contractos de la pared abdominal. Desgarrarían cada fibra del constructo que es mujer, negra piel, actriz, manos largas, sexo lánguido, aliento a mañanas para fagocitarla como un enrome linfocito, para desintegrarla en moléculas carbonatadas. Los ácidos de nuestros estómagos son incansables teólogos, desnudan los trozos de materia, rompen la cohesión molecular en busca de la suprema unidad. Una línea constante de carne nos atraviesa, cuántas veces te habré respirado, mujer deseada de tiempos pasados; cuántas veces me almorzarás, mujer deseada que has de venir...

2 comentarios:

Amneris F. dijo...

Con lo bien que está el blog y tengo que encontrarlo pq lo has anunciado en el irc! xD
Me encanta como transmites...
Me ha gustado mucho este ultimo relato, mañana me leeré los anteriores :)
Un saludo

anilibis dijo...

Esto me recuerda a la historia de un japonés que se comió a su novia porque la quería demasiado. Incluso al famoso y reciente "caníbal" alemán.

Somos lo que comemos.