domingo, mayo 14, 2006


Quiero vaciarme, Dios, de tus contenidos.
Venir a ser contigo en el abismo;
nombrarte sin un porqué ni para qué.
Permanezcamos ausentes en tus dominios.

Estállame en el rostro, como el rayo
hiende la casa habitada por nos,
donde dispensó espacio el labrador
para su salón comedor junto al iconostasio.

Deja de ser tu propia causa, trasciende
tus determinaciones, deja de ser nombre,
cosa, arquetipo, rosa, zaguán o esmeralda.
Se, no siendo junto al hogar de la palabra.

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